La expansión
urbanizadora
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La población mundial actualmente es de
aproximadamente 7000 millones y desde hace poco menos de una década la mitad de esta reside en ciudades. Se estima que en 30 años la población aumentará hasta los
9000 millones y que las ciudades también crecerán acogiendo alrededor de 2/3 de
la población mundial.
El proceso de urbanización del planeta ha
sido acelerado y ha generado grandes transformaciones en la estructura de las
ciudades. Fue a partir de mediados del siglo pasado, junto al crecimiento
demográfico de los países subdesarrollados, cuando se disparó el ritmo. Las
ciudades han cambiado profundamente durante el último siglo y han sobrepasado
los límites que alguna vez condicionaron su crecimiento: superan los límites alimenticios
y reemplazan tierras agrícolas aledañas por el transporte de alimentos a larga
distancia; cambian sus límites energéticos con la utilización de nuevas fuentes
y combustibles fósiles; y rebasan sus limitaciones de movilidad y comunicación
por medio de la innovación tecnológica y complejas redes de transporte. La
urbanización contrae una nueva forma de crecimiento, con frecuencia
descontrolada.
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Los retos que genera esta expansión
urbanizadora para la calidad de vida humana y la sostenibilidad medioambiental
son indiscutibles. El incremento demográfico en las ciudades y el cambio en sus
modelos de producción y consumo empiezan a chocar con la limitación de los
recursos naturales. Y, si no se realizan cambios, en un par de décadas será necesario el equivalente a dos planetas Tierra para satisfacer a la humanidad.
Más del 70% de las emisiones de dióxido de carbono se originan por usos urbanos
(32.000 millones de toneladas en 2014). Por otra parte, se calcula que cada día
aproximadamente 200 mil personas migran a una ciudad, y los suburbios urbanos aumentan
bajo un patrón que no asegura las necesidades básicas de la población. Alrededor
de una sexta parte de la población mundial habita en uno de los 200 mil
asentamientos precarios existentes, y se calcula que en tres décadas esto se
duplicara. En América Latina, la región más urbanizada y desigual del planeta,
el 80% de la población vive en ciudades y una cuarta parte en asentamientos no
planificados.
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Hoy en día, apenas 40 megaciudades concentran
más de la mitad de la actividad económica mundial y casi toda la innovación
tecnológica y científica. Esta situación evidencia el creciente protagonismo
urbano en el contexto mundial, sin embargo también la necesidad de reconsiderar
la forma en que se urbaniza el planeta. El desarrollo y la innovación, la
satisfacción de las necesidades humanas esenciales y la sostenibilidad
medioambiental no deberían ser prioridades incompatibles en la construcción de
las ciudades. Y esto ya se empieza a evidenciar. En ciertas megaciudades
aparecen ya innovadores proyectos redistributivos, enfocados en mejorar la
calidad de vida, la participación ciudadana y la unión social; como por ejemplo
la producción agrícola vertical y los huertos urbanos. Todo esto en un esfuerzo
por recuperar los vínculos que unen a los ciudadanos con la naturaleza, ya que la
sostenibilidad social, ecológica y económica de las ciudades dependerá de la
forma en que las megaciudades continuarán produciendo y consumiendo energías y
recursos.
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